Resulta
que este texto fue el que dio origen a lo que luego sería el libro
XXX, que salió editado en el año 2008, a través de ZEDICIONES y
sería también, esta publicación, la primera que encaráramos con
el proyecto editorial. Como había comentando antes, el XXX es un
conjunto de tres relatos que tienen como base lo sexual pero que no
son necesariamente lo que se conoce como “literatura erótica”.
En fin..., que nunca antes lo había publicado en la red, esta sería
su primera vez. Así que ahí va..., uno de los relatos al que le
guardo mucho cariño.
1
Caminaba
y miraba el pavimento azul de las calles. Cuánta noche metida en
esta ciudad y cuánta gente tratando de entender la ciudad metida en
la noche. Tropecé con un pedazo de caño de p.v.c. tirado al borde
de la vereda, llegué a pensar mientras trataba de sujetarme de
alguna cosa que podía caer y partirme la cabeza y quedar ahí tirado
en el medio de la calle inconsciente. ¿Quién vendría a buscarme?
Crucé
la avenida y fui en busca de la parada de colectivo. Cuatro cuadras
para abajo y después a la derecha y media cuadra más.
De
algún lado salió un tipo de cuerpo delgado y cabeza gigante, casi
tiritando al borde de sufrir algún tipo de colapso. Fumaba y jamás
largaba el humo, seguía caminando por la misma vereda que yo, en
dirección contraria a la mía y en algún punto seguro que
chocábamos. A medida que se acercaba su rostro empalidecía y su
mirada se perdía por encima de mí. Caminó un poco más y a medio
metro de él sonreí, creo que por reflejo, tardé unos segundos en
reaccionar, lo conocía. Era Gabriel compañero de la secundaria.
-¡No
lo puedo creer!
-¿Cómo
te va?
-Acá
me ves. -Más sereno, contestó y se desplomó con todos sus huesos
sobre la vidriera de una heladería.
-Seguís
igual, ¡eh!
-Vos
también. ¿Tenés tiempo?
-¿Cómo?
-Gabriel, encendió otro pucho y en un gesto de emoción por el
reencuentro, me acarició la nuca.
-Que
voy a lo mi hermano. Te acordás de mi hermano, ¿no? Se puso un
bolichito acá nomás, a unas tres cuadras. Voy a tomar algo,
acompañame.
2
Cuando
entramos al local había muy poca gente y demasiadas mesas vacías.
Gabriel se metió por algún lugar y me hizo una seña con la mano
para que lo esperara.
En
el salón sonaba un tema de Alanis Morisette, un tema acústico, y a
pesar de que había demasiado humo, eso estaba bueno. Se combinaban
las luces rojas y azules que prendían del techo y formaban una
neblina de color, que cubría gran parte del salón. Entendí
también, después de ver esos colores, porque el pub se llamaba “Los
Cuervos”
Vino
Gabriel, elegimos una mesa y nos tiramos ahí. Traía una botella de
vodka con naranja y dos vasos largos de plástico. Me sirvió hasta
el tope y después se sirvió él y me ofreció un cigarrillo. Lo
encendí y eso era una mierda. Un humo áspero me hizo toser y
también me sacó un par de lágrimas. Probé un poco de vodka y
esperé que se me pasara ese gusto a guano quemado que me había
dejado en la boca el cigarrillo. Gabriel fumaba y tomaba.
-Sabés
que me casé. -Dijo casi riéndose.
-No,
no sabía.
-Sí,
me casé hace como cuatro años, tuve un pendejo y hace diez meses
que me separé. Eso era una mierda, sabés, llegar todas las noches
con ganas de coger y encontrarme con el culo gordo y cagado de María
Eugenia.
-María
Eugenia, ¿la hermana de Andrea?
-No,
esa mina no. Esa mina fue. Hace como un año se picó mal y se fue a
la mierda.
Traté
de tragar vodka lo más que pude, sentí que se me vaciaba todo lo
que llevaba adentro. La última vez que vi a María Eugenia había
sido en una orgía. Una mina muy puesta. Estaba a punto, justo en
esos momentos donde me hundía en no sé dónde y acababa hurgando en
orificios llenos de pus. La mina era un buen aguante.
3
Esa
mañana aunque escuché el despertador seguí tirado en la cama. A la
hora tenía que estar dando el presente en la clase de gimnasia.
Sentí dos golpes en la puerta de calle y me levanté de inmediato,
todavía estaba algo dormido. Abrí la puerta y del otro lado estaba
Francisco con el rostro tapado hasta los ojos con una bufanda de lana
gris de punto bien grueso. Sin decir nada pasó y fue directo a mi
habitación y se tiró en la cama.
-No
tengo ganas de ir a gimnasia. -Dijo todo envuelto en la lana.
-Yo
tampoco. -Contesté en el medio de un bostezo.
Me
empecé a vestir y Francisco se levantó de la cama y empezó a
buscar entre mis casets “Bajo un cielo rojo sangre” de U2.
Mientras lo ponía en la deck yo intentaba desayunar algo en la
cocina. Salió la guitarra de The Edge haciendo la intro de “Compañía
Eléctrica” y ese maldito sonido me sugirió no ir a gimnasia. Se
lo dije a Francisco.
-¡Bien!
-Gritó.
-¿La
viste a María Eugenia?
-Sí,
me tomé el micro con ella.
-¿Si
la traemos para acá? ¿A qué hora sale?
-Creo
que tampoco entró a gimnasia. Se quería juntar con Jorgelina para
ir a la casa de Gabriela.
-¿Estarán
allá?
Terminé
de tomar lo último de mi café y terminaba también el tema
“Gloria”. Apagamos el equipo, me puse la campera y salimos.
Bajando
las escaleras del edificio nos topamos con Gabriel que venía fumando
una especie de guano envuelto en papel de cigarrillo y se prendió
con nosotros. Por la calle se derretía la helada y la vereda mojada
con sólo mirarla nos hacía cagar de frío. Más abajo nos
encontramos con Luis, Cristian y Daniel que se pegaron al culo de
Gabriel tratando de sacarle algún cigarrillo de guano armado.
Cuando
llegamos a la casa de Gabriela nos amontonamos en la puerta,
esperando que alguien saliera a contestar los golpes que Francisco
dio en la puerta.
-¿Qué
hacen todos acá, tan temprano? -Dijo María Eugenia entreabriendo la
puerta y con la cara toda hinchada.
-Te
venimos a buscar. -Alguien dijo eso y apareció Gabriela y también
Jorgelina.
-Chicos,
¿qué pasa? -Eso fue de Gabriela.
Francisco
y yo nos empezábamos a aburrir, nos miramos y miramos a María
Eugenia que se dio cuenta y nos tomó del brazo a cada uno y nos
arrastró entre todos hacia adentro de la casa.
-¿Qué?
-Venimos
a buscarte. ¿Querés venir a casa? -Dije.
-¿Quién
va?
-Todos.
-Todos
no.
-Bueno,
él, yo, Gabriel y Luis.
-No
sé si Gabriela se prende. Pero esperen en tu casa, una hora más o
menos.
Salimos
con Francisco y nos fuimos con los demás. A la cuadra, los cuatro
que volvíamos a mi casa, espontáneamente y al mismo tiempo le
pegamos en el culo a Cristian y Daniel que volaron por encima de los
árboles dando alaridos y gritando “¡Cabrones, putos, pajeros...!”
Compramos
cigarrillos y nos metimos en casa. Todos juntos tirados en la cama.
Alguien puso música y por algún lado sonó la espantosa voz de gato
hambriento de Axl Rose: “Welcome to the jungle...”
4
-¡Me
los voy a coger a todos! -Gritó María Eugenia debajo del marco de
la puerta de mi habitación y pasó, atrás venía yo, arrastrando a
Jorgelina que no se animaba a entrar.
Gabriel
se acercó a Jorgelina y le ofreció un cigarrillo, Francisco puso en
la deck un caset grabado de Die Toten Hosen y se volvió hacia mí a
pedirme que abriera la botella de menta que tenía escondida debajo
de la cama. Luis me ayudó a levantar la colcha y María Eugenia se
tiró encima, la cama hizo un ruido espantoso, Jorgelina se asustó y
Gabriel la abrazó y me pidió un poco de menta.
Con
Luis nos desvestimos y sacamos de encima a Francisco de María
Eugenia, que se dio vuelta, me mostró su redondo culo sugiriéndome
que la penetrara. Unté crema Dove en mis manos y fui
lubricando con cuidado a María Eugenia, que soltaba suaves espasmos
de pelvis, mientras la dilatación se producía estimulada por mis
dedos hundiéndose en su ano. Luis se cruzó por arriba y empezó a
sacudirse con la pija en la boca de María Eugenia.
Mientras
Gabriel le lamía el cuello, Jorgelina nos miraba y empezó a tragar
menta que se le caía por los costados de la boca, Francisco le
chupaba las gotitas que se le desparramaban por la pera. María
Eugenia se movía cada vez más rápido y yo me hundía cada vez más
en ella, tenía la pija totalmente hinchada y ajustada adentro de
ella, con cada movimiento sentía como que algo me cortaba. Luis se
salió y derramó semen por todos lados y se tiró a un costado.
Gabriel
se movía sobre Jorgelina que no paraba de gemir, esos alaridos me
hicieron acabar adentro del culo de María Eugenia que sonrió y se
revolcó en la cama, abrió las piernas y Francisco se tiró dentro
de ella. Mi pene seguía erecto, tomé un poco de menta y busqué
algún rincón para tirarme. Al rozar con el cuerpo de Jorgelina,
ella me agarró del brazo y me metió una teta con el pezón todo
hinchado en la boca. Luis se metió por debajo de mis piernas y se
tiró boca arriba en el piso, Gabriel lo miró y soltó a Jorgelina,
yo me separé. Gabriel agachó a Jorgelina y Luis la penetró.
Gabriel se la puso por el culo y yo por la boca.
Ahora
nos movíamos los tres dentro de Jorgelina. María Eugenia y
Francisco habían terminado y se adormecían en la cama, yo estaba a
punto de largar mi esperma dentro de la boca de Jorgelina que se
movía cada vez más rápido. Los tres acabamos al mismo tiempo y
Jorgelina sonriendo y tirada en el piso a un costado dijo haber
tenido nueve orgasmos.
Cuando
caí al costado de María Eugenia, sobre la cama, estaba tan agotado
que de repente todo se fue apagando de a poco y la música se fue
alejando.
5
Al
abrir los ojos tenía a María Eugenia recostada sobre mi pecho.
Cuando intenté levantarme para ir al baño, se retorció sobre la
cama y esperó que me levantara para decirme que había echado a
todos porque quería disfrutar el post-orgasmo sólo conmigo. Al
volver del baño me encontré con un par de tazas de café en bandeja
sobre la cama. María Eugenia estaba todavía desnuda y fumaba
sentada al borde de la cama.
-Tengo
ganas de meterme en la Acción Católica -dijo.
-¿Eso
te inspira tu post-orgasmo?
-Y
qué, ¿está mal? Tengo ganas, muchos chicos están ahí metidos y
dicen que es lindo. Qué sé yo. A lo mejor encuentro un cura joven
que me pueda sacar de toda esta mierda.
-¿Un
cura?
-Sí.
Hace un par de meses que ando con un presentimiento de mierda. Siento
que no voy a llegar a los 25. Y tengo ganas, creeme, de conocer otros
lugares, de estar más relajada, de hacer otras cosas.
-Todo
bien con eso. Lo que no entiendo es lo del cura.
-Un
cura con quien estar.
-Entiendo
menos.
-¿Viste
la película “Camila”?
-No,
no la vi.
-Bueno,
no importa. La cosa es... ¿Cómo decirte? Veo a esos tipos y me caen
muy bien. Me excita eso de andar por diferentes lugares ayudando a la
gente, creo que los curas lo hacen todo el tiempo.
-Pero
no hace falta estar con un cura para hacer todo eso.
-Los
curas me calientan, porque creo que son los únicos tipos sinceros.
-¡Sinceros!
-Vírgenes.
6
Cuando
lo miré a Gabriel, había dejado el vaso en la mesa y estaba parado
tomando de la botella, miraba no sé qué detrás de mí. Me di
vuelta y encontré una petisa pelirroja bailando sola. Gabriel la
encaró y se fueron por algún lugar. La botella de vodka quedó en
la mesa, la agarré y la metí dentro de la campera y me largué de
ese lugar.
Otra
vez en la calle caminé un poco y volví a mirar el pavimento azul.